¿quiénes somos?
PALAPAN es un espacio abierto a los artistas jóvenes que aún no encuentran un lugar donde compartir sus aportes.
Los Aliados...
Por: Martín Cálix
Estoy harto,
Los periódicos todos los días hablan de lo mismo.
Ocultan el crimen impune contra la patria, no la de ellos,
Los gorilas de siempre. Sino la nuestra.
Vos, en cambio, lucís opaca,
Traslucida por el destello de la muerte,
Por la tumba vacía con nombre de obrero, campesino o estudiante,
Da lo mismo.
Pero de repente tu rostro desencajado cambia por completo,
Una sutil sonrisa dibuja un amanecer entre tus pasos firmes
Y mis delgados sueños, invencibles tus pasos,
Porqué me hacen avanzar con vos, viendo al pasado
Solamente para que no destruya nuestro horizonte.
Ese horizonte compartido con los que se atreven a soñar
Como nosotros, con nosotros.
Pero no soñar en vano,
Sino para construir la patria sin gorilas,
Sin Golpe Militar, sin sangre, sin muerte…
Están en la piel de la olla de barro
moldeada por las manos seguras de la abuela,
en la sombra sutil de una fotografía olvidada
entre las viejas páginas de un libro,
en la sonrisa memoria de un amigo ausente.
Vienen y van tantas veces que al final se confunden con el tiempo.
Cada recuerdo vuelve a ser cada lugar
cada lugar es una historia ausente
cada historia una luna llena que se asusta.
Siempre están ahí, atrincherados
vigilándonos sin parar
desde la sombra invisible de sus formas.
“El problema de la identidad nunca es un punto de llegada,
sino un proceso continuamente haciéndose”
Helen Umaña
No puedo decir que me encuentro en una situación de ventaja, pues la muerte parece tener hambre de mí, de mis huesos y mi alma. Vacilo fumando la noche esperando que volvás, despierto mi almohada jadeando al caminar por la estrecha habitación.
Un ruido como de sangre estremece mi sien, hace mucho que esa voz ha callado pero aún duele tanto que la piel se envuelve en cenizas, de eso no hablare más porque la rabia reseca mis labios. Sigo esperando, pero ya es muy tarde y vos no apareces, seguro tu atraso se debe a que te encontrás contemplando la luna.
Afuera, debe haber un siniestro arquetipo de hombre que vaga en nuestras calles, mientras la ciudad duerme, mientras re-escribo poemas gastados para dártelos a tu regreso. No puedo evitar imaginar que él te encuentre, sin saber tu nombre, sin saber de donde sos, sin saber que te espero, no puedo imaginar que la piel se te erice de verle los ojos, de oler en sus manos la fresca ternura del compás de mis pasos.
No puedo evitar pensar en ese encuentro, que por ser un encuentro furtivo, no reconozcas en él, el otro lado de mi rostro, ni mis manos, ni mis ojos. Prefiero entonces creer que en mi quebrada voz se deslizara el temblor de la brisa, porque tal vez solo así podrás ver mis sueños tendidos en la calle, como borrachos que sin dignidad se apilan unos sobre otros, como señales que llegan a mi cama.
Respiro profundo. Con gesto de olvido vuelvo a esperar aunque las paredes hablen de Oriente Medio o lean a Galeano elevándolo al grado de profeta y entonces tal vez me vea tentado a entablar conversación, - ¡más no, prefiero callar! -. Porqué estoy decidido a que la muerte se coma el siniestro arquetipo de hombre que ya no está en las calles, sino sentado a mi lado y dice ser mi Alter Ego con pose de Redford, entonces puedo llegar a lucir un poco asustado cuando me encontrés debajo de la silla.
Entre la escuela y tu casa
Te conocí.
Luego, desde tehuma,
Te fuiste a Norteamérica.
Desde entonces
Han pasado veinte y siete años.
Es decir, que desde ese tiempo
A la fecha, estamos a:
Doscientos treinta y seis mil
Quinientos veinte horas
De distancia.
Once de la noche
y una fracción de asombro
en la pupila.
De pie frente al dilema de
abrir la boca para decirme nada,
tomo papel y lápiz,
me acomodo en el frío de mis pies vidriosos y profundos y
comienzo a escribir creyendo que dibujo.
No aspiro prisa ni inspiración ni asombro.
He aprendido a saber lo que quiero y que deseo
y a prescindir de todo lo que no me hace falta.
Por eso en esta noche de cabalas y juicios
solo ansío deslizar la tinta
sobre la piel del alba
para saber que existo;
para seguir soñando que hoy es mí mañana.
Quisiera inventar una célula
que recorra tu cuerpo…
Quisiera inventar una lanza
que perfore tu pecho…
Soy tu espacio, sos mi luz
Dame tu aliento
Inclúyete en mí
Desgarra mi pecho
Ancla tu fuerza
Entre mi cadera
Baja hacia el néctar y evapórame
Haz que concluya justamente en ti…
Donde ya nada existe.
Hubo en un tiempo una casa,
Ahí viví, parte de mi infancia.
(mil novecientos setanta y cuatro)
En su furia,
Una noche el río inmisericorde
La arrancó de golpe.
Cinco días antes,
Un hombre sin ser Moisés
Nos saco de ese lugar
Nos trajo a Tehuma.
La nueva tierra prometida.
Mujer de brazos fuertes
De amargas despedidas
Mujer de arqueos y hogares
De besos y ausencias
Mujer de cansancio, resignación y desdén.
Sueños rotos de sabanas
Terciopelo blanco
Canto de pájaro
Nauseabundo mar.