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el Colectivo Colectivo Cultural PALAPAN, surge por la necesidad de expresar a través del arte, las cosmovisión de los artistas que forman parte del colectivo.

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miércoles, 3 de marzo de 2010
En ésta edición presentamos los aportes de Jorge Cárcamo, Francisco Lagos, David Pacheco, Javier Cálix y Allan Núñez.
Además de los aportes en poesía y cuento, acercamos a nuestros lectores una critica interesante acerca del cine nacional, Tres Películas Hondureñas nos hace preguntarnos, ¿dónde está ubicado en la actualidad el cine hondureño?.
Por: Allan Núñez

Posiblemente “No hay tierra sin dueño” sea el único film popular auténticamente mítico del cine hondureño (si es que lo hay). La vigencia de sus valores esenciales va más allá de la fuerza de su mensaje. Uno de sus méritos fue el de proporcionar un género –la anécdota histórica con personajes ficticios, como excusa para una trama en la que la acción física fuese la protagonista-, que no llegó a prender en esta sociedad tan poco afecta al cine local y donde toda expresión artística descansa en el vacío. Perfectamente anclada en su tiempo, “No hay tierra sin dueño” se revelaría excesivamente visionaria en el seno de la cultura cinematográfica hondureña y, por extensión, centroamericana del momento.

Escena de "No Hay Tierra Sin Dueño"

A pesar de ello, “No hay tierra sin dueño” nunca llegaría a estrenarse comercialmente en Honduras. Tras su reciente presentación hace un par de años, la película que recién había sido restaurada, obtuvo una acogida más bien tibia, poco entusiasta, fuera de algunos círculos artísticos muy particulares. Con todo, confiamos que el tiempo hará justicia con “No hay tierra sin dueño”, y que la figura de su productor Samy Kaffaty, ya desaparecido, recibirá el favor del público y el aprecio de la crítica.

Más de dos décadas hubo de transcurrir, para que en Honduras se produjeran dos películas dignas de mención. Y no me refiero a “Poseídas”, “Angelina” y “Almas de la media noche”, entre otras, que como aspiraciones son válidas, pero que no constituyen un esfuerzo maduro con ánimo de perdurabilidad en la cultura visual de la gente. Es cierto que Honduras es el segundo país más pobre del continente, que se está muy lejos, años luz, de resistir la gran ofensiva de Hollywood en nuestras pantallas, y que la misma a dejado escasos resquicios para la difusión de una producción autóctona, pero no es menos cierto que con lo que se gastó en estas producciones, con menos quizá, bien se pudo hacer una película decorosa.

Decía que existen hoy en nuestras pantallas dos películas dignas de mención: “Sin Nombre” y “Amor y Frijoles”. La primera rebasó por mucho sus expectativas originales, participando con éxito en el Festival de cine independiente de Sundace. Por su estructura dramática, la película se sitúa en un nivel de complejidad muy superior al de cualquier película hondureña filmada hasta entonces y su argumento posee un vigor muy frecuente y fácil de explicar en el contexto de las sociedades centroamericanas que sufren el fenómeno de las maras y la delincuencia juvenil.

La segunda, ha tenido una buena acogida en nuestras salas, muy a pesar de las horas difíciles que vive el país actualmente. “Amor y Frijoles” se filmó en el pintoresco pueblo de Ojojona, y constituye una auténtica sátira social, mediante un estilo sobrio, que permite la fluidez de los diálogos y los gestos caricaturescos. Una muchacha que se dedica a la venta de baleadas, se ve inmersa en una trama en la que imperan el equívoco y la gracia en torno a una infidelidad que nunca ocurrió. Tras la presentación de la protagonista, la cinta comienza a poblarse de una serie de personajes a cual más divertidos (el marido que no cumple, la vecina impertinente, el vigilante maleducado, el galán en motocicleta, el pastor evangélico defensor de la familia y del diezmo, la modelo que dedica una canción, la gallina que nunca puso huevos y la presentadora de televisión cubano-venezolana que desde Miami putea a las mujeres y se encabrona con los hombre), cuyas respectivas motivaciones van generando una serie de situaciones absurdas, las cuales desembocan en el juicio desternillante que marca el punto climático del relato. Al final, el asunto se resuelve de forma satisfactoria para todos y cada uno de los implicados. Al margen de su raigambre digamos bucólica, “Amor y Frijoles” alcanza relevancia en buena medida gracias a la lenta comicidad de cada uno de sus personajes y al aprovechamiento del paisaje en términos de plasticidad (primitivismo auténtico), además de que matiza de manera inigualable el modo de ser del hondureño.

Salud por estas tres películas.

Por: Javier Cálix


Los más

Somos los que menos tenemos

Y los que más aportamos

Los más

En cada gota de sangre languidecida en la historia

Cosechamos las flores que se guardan

En baúles de acero históricamente negados a sus dilatados ojos

Los más

Nos conformamos con soñar que andamos

Aunque estemos muriendo de pie

Somos ese llanto y ese rezo de manos caídas.- pétreo.-

El trueno que muere en los espejismos - reflejos falsos en dignidades falsas-

Los más cubrimos tres cuartas partes de nuestro frío sol

Tres con sueños

Uno con manta

Tres con llanto

Uno con sonrisas cuarteadas

Los más somos hoy por hoy

La mayor contradicción



Por: Francisco Lagos

A Fabiola, porque todavía no sé donde está
A Iliana, porque respeto su forma de querer,
Y a cada una de las madres hondureñas que pasean por un mundo más chiquito
Sobre todo la mía.


El amor existe,
Porque todas las noches necesito de un Neruda,
cuando acudo a tu llamado.

Es tan lindo tenerte, en un crisol de palabras
Y acaso dudar que te amo,
O advertirte de mi amor,
Cuando llego con la pieza para llegar a amarte.

Pero, no pienses que siempre soy así,

A veces, cuando sales a la calle
Y yo te hablo por teléfono y nunca estás.
Siempre reparo en miles de tácticas y estrategias.
Cuando llega la hora que puedes contar conmigo.

Es verdad, que los benedettis nunca piden permiso, como yo
Cuando robo las palabras, para decir que te quiero.

Por suerte Benedetti, cree comprenderme, porque apenas
Si puedo escribir.

Pero te quiero mujer. El Amor existe.

Y si acaso me ves olvidarte, porque pienso que hoy es una noche para estar solos.
Y si adviertes que mi amor, es tan puto como no estar.

Nunca olvides los correos y los números
Y los gritos y las lágrimas.

Dime que nunca olvide, que el Amor existe.

Solo así, sabré quererte, mujer.
Por: David Pacheco

Girasoles que besan la boca del aire

la lluvia puede limpiar todas las heridas de los viajantes
soles en la noche
mi soledad es la burbuja que quiero encerrarme
inmutarme esta noche
no quiero lunas esta noche
quiero soles que quemen la retina
resplandor de mil besos de fuego
Ángeles furiosos batiendo sus alas
no...No quiero lunas de plata
quiero soles de oro que brillen esta noche,
estrellas lactantes
las coronas de mil reinas pondría a sus pies nocturnos esta noche
no…no quiero lunas cristalizadas quiero soles de fuego sus brazos de puerto o nada....

Por: Jorge Carcámo

Pienso en voz a cada segundo,
Recuerdo lo inevitablemente bella que sos
Y ahora estoy aquí volando sin alas, soñándote
Sin sueño, sintiéndote sin tacto, pensándote sin mente,
Queriéndote sin tenerte, donde mi alma extraña tu cuerpo
Mis oídos tu voz, mis manos tu alma, mis ojos tu sonrisa
Y mi corazón tu amor.

Por: Allan Núñez


Erase una vez una ciudad esencialmente discreta, desprovista de impulsos creadores, quizá por ello afecta a conservar las reliquias de su pasado. Ciudad cuyas calles serán tendidas en voluntaria angostura para que la vida que en ella se realizase fuese rica en matices, deslumbradora y extraña como una bandada de pájaros tropicales. Trazada para sentir a flor de piel la compañía de la dulzura infantil, la ternura y la gracia en el modo de sentarse de los ancianos y en la forma de caminar de las muchachas.

El amanecer en ella será fresco como el tamarindo dulce, y cálida la tarde como el azahar.

Las casas tendrán grandes balcones de madera tan pegados de vereda a vereda que los vecinos podrán besarse sin necesidad de bajarse a la calle.

Esa es la ciudad que he dibujado y con ella bajo el brazo voy desandando el camino, paso a paso, arrastrando los pies: así, levantando polvo, borrando mis huellas, para que nadie me la copie.